En la noche sempiterna me allaba entre oscuros pensamientos de angustia hasta que os vi; una luz entre la oscuridad.
Hay os allavais sentada ala orilla del lago, vuestra velleza irradiaba tal resplandor que las sombras de mi corazón se desbanecieron y las de mis pensamientos desaparecieron.
De pronto me mirasteis y vinisteis hacia mi... vuestros cabellos ala luz de la luna eran como si estubieran bañados en plata, aromatizados por los perfumes de la noche, vuestros labios eran finos y tersos, los cuales me embriagaban de pasión y en vuestros ojos era como ver un millar de estrellas fugaces pasando ante ellos, las cuales hacían que vuestra mirada fuera mas vella que las mismísimas estrellas.
En ese preciso instante os abracé, los segundos se convirtieron en minutos y los minutos en una vida, en ese momento me mirasteis a los ojos los cuales tranpasaron las puertas de mi alma.
Cuando desperté de ese ensueño os besé con todo mi ser hasta el fin de los tiempos.
Pues supe que seria vuestro hasta el fin del mundo.