Una única gota de sangre resbaló en un tétrico tintineo al chocar con el frío suelo enlosado. Ésta se ensanchó en su insignificancia mientras en su brillo se reflejaba el horror que en aquella sala acontecía.
Caín extrajo sus labios del cuello del joven que aferraba y dejó escapar un inaudible gemido mientras arrojaba sin ceremonias a su víctima hacia un lado. El vampiro se relamió los labios en un imperceptible movimiento a la vez que su mirada se ladeaba hacia aquel brutal mordisco que le había propinado al mortal, que ahora yacía irremediablemente muerto a sus pies.-Otra noche más. Otro mortal más. Los días de un Condenado-que era como él prefería llamar a \'su gente\'-no distan mucho de los de cualquier mortal. Simple y odiosa rutina.
Lentamente, se irguió en su altura,ajustándose el largo chaquetón negro,y fijando sus ojos carmesíes en el ventanal por el cual había entrado. Muy pronto la sala volvió a estar vacía. Sin vida.
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Una extraña sensación recorrió el cuerpo del inmortal mientras caminaba meditabundo por las calles. El tiempo parecía cernirse a su alrdedor al igual que los edificios,asfixiándolo,atrapándolo sin remedio en una época que indudablemente no le pertenecía. Hacía demasiados siglos que su espíritu se había perdido junto con su mortalidad, siéndose incapaz de vivir con cierta paz de acuerdo con las costumbres de cada era. Parecía como un eterno viaje sin retorno y sin rumbo. Cada despertar nocturno era un deambular de su alma en pena hacia algún sitio o hacia ninguno, y mientras su mente paseaba por esos intrincados dominios de oscuridad impenetrable, una frágil y desgastada idea azotó su mente como un negro aguijón. -Compañía...-Susurraron sus labios aun sin atreverse a gritarlo. ¿Era ésa la solución al vacío de la Eternidad?. ¿Y qué conllevaría compartir su soledad con otro pobre desdichado?. Un sinfín de noches en eterno arrepentimiento. No,la compañía no era suficiente...y era indudable que el pequeño gozo de los primeros siglos no serían equiparables al mismo terror por lo eterno que le esperaría en los eones futuros. -La muerte...-Musitaba mientras acarició el terso y frío rostro de un ángel lloroso,en algún cementerio alejado de la vida urbana. Sólo necesitaba descansar del dolor que él mismo había causado segando las vidas de tantos y tantos inocentes. Sus gritos desgarraban su no-existencia, haciéndola imposible,insoportable,dolorosamente...interminable. ¿Podía morir estando ya muerto?. Tal vez sería posible. Había visto demasiado en largas vigilias nocturnas como para negarse el placer de pensar que podía suceder. Podía Morir. Para siempre.
Caín apoyó el violín que siempre le había acompañado sobre su hombro,y recostó su rostro en su fría superficie, comenzando a entonar la melodía de su propia ida de este mundo. Sería su último cantar a la Luna y a su querida noche. Allí, con las notas volando hacia las estatuas que le contemplaban entre lágrimas,esperaría la salida del sol,para por fin,descansar.